jueves, 26 de mayo de 2011

lunes, 29 de noviembre de 2010

no es un ojo, pero parece



2010
oleo sobre base de piedra y cemento
64 cm de diametro

viola con caja de cigarros



sábado, 27 de noviembre de 2010

Una chica hippie y la escasa creatividad para los títulos

3er premio en el concurso de cuentos de la casa Carnaccini

Antes de emprender el viaje, Lu me dijo que el amor de mi vida iba a ser una hippie pelirroja. De hecho ya la encontró en Google, pero no sabemos cómo se llama o dónde vive o si realmente existe.
Para mi vigésimo primer cumpleaños me tomé un bus turístico de esos que recorren la ciudad y te llenan de datos que nadie va a escuchar cunado te hagas el erudito en alguna reunión.
En una esquina de la Rua das flores vi desde el segundo piso del micro un chica con rastas rubias, una camisa leñadora y una mochila, una chica hippie. El bus siguió recorriendo Porto, la avenida dos Aliados, la torre dos clérigos, y mas lugares en portugués. Cuando regresó de Gaia volví a ver la chica hippie en la entrada del puente Luiz I. Seguía sola y con su mochila. Me baje del bus en la Igreja do Carmo, y como se imaginaran, me la crucé nuevamente. Se me ocurrió ir a hablarle e invitarla a pasar el rato al bar en el cual ya me había hecho VIP, pero como cuando suelo intentar esa clase de cosas tengo la involuntaria facilidad de parecer un psicópata, aborté el plan.
El sol se estaba yendo a otro país y yo al bar. Me senté en los almohadones sobre las alfombras a orillas de la ribera, pedí una shisha, un agua y vi pasar a la gente, mientras me cantaba el cumpleaños feliz para mis adentros. Mas o menos se darán una idea de qué es lo que va a pasar. La chica hippie apareció y se sentó en uno de los bancos de la rambla, sola, sola con su mochila y sus rastas y su camisa de leñador… leñadora. Hasta para el mas fundamentalista de las casualidades, eso ya se llamaría destino. Aun así me negaba a hablarle, aunque en mi cabeza Lu gritaba desesperada que me acercara y le dijera algo, que no sea boludo. Tal vez ese fuera mi regalo de cumpleaños.
Deje la shisha y las ojotas sobre la alfombra y caminé hacia donde estaba ella. ¿Conocen esa sensación de ensayar la teoría hasta el limite de lo absurdo para terminar improvisando en la practica? Bueno, no bien me dijo que hablaba ingles, fui lo mas concreto posible y le dije que era la cuarta vez que la veía en el día, y rematé con un “vos estas sola, yo estoy solo, ¿queres tomar algo?” y señalé al bar. Como quien miente descaradamente y no le importa ser descubierto me contestó “I‘m waiting a friend.”
Tal vez uno de los mejores negocios que se puede hacer en la vida (si no sos Brad Pitt) sea la indiferencia y acostumbramiento al rechazo en todas sus formas y colores, desde el ámbito amoroso hasta en los concursos de cuentos. Así que mientras me imaginaba a Lu diciéndome que era una boludita, que ella se lo perdía, volví al bar con mi shisha y mis ojotas, contento, porque, ok, no tenia una chica, pero ahora por lo menos tenia una historia. Ésta historia, y eso ya me bastaba. Porque tal vez el segundo mejor negocio que se pueda hacer en la vida sea aprender a verle el lado bueno a cualquiera cosa… Seas Brad Pitt o no.

Ah, por cierto ¿conocen esa expresión “ya vas a volver con caballo cansado”? Bueno, adivinen quien se cansó de esperar a su amigo y me pregunto si se podía sentar a tomar algo conmigo.

martes, 2 de noviembre de 2010